Cómo trasplantar un árbol o arbusto grande y consolidado con zanja y poda de raíces

Hace unos días, en un Grupo de Facebook, una amiga me pidió consejo sobre el trasplante de un precioso Corylus avellana 'Contorta' al que le tiene un especial cariño y no desea dejar en el jardín que hasta ahora cultivaba y dónde crece hace muchos, muchos años! Como es lógico prefiere intentar llevárselo al nuevo jardín. La forma de efectuar el trasplante de un ejemplar consolidado como es éste requiere de mucho cuidado, de previsión, de tiempo para realizarlo y de ganas de currar jajajaja Pero merece la pena intentarlo.

Pensé que hasta ahora no habíamos tratado este asunto de los trasplantes en el blog y que podría ser interesante escribir un artículo sobre el mismo. A ello vamos!!
En ocasiones nos vemos obligados a realizar el trasplante de un arbusto o incluso un pequeño árbol a una nueva ubicación en el jardín.
Sea porque ha crecido más de lo que pensábamos y el espacio inicialmente asignado resulta ya demasiado reducido; sea porque las plantaciones cercanas están creciendo demasiado densas junto a él; incluso puede darse el caso de que, han pasado los años y su crecimiento está estorbando el paso de un camino o de un acceso. O simplemente porque, por razones estéticas, no nos gusta allí dónde crece. La cuestión es que nos vemos en la tesitura de cambiar la ubicación del arbusto o arbolito.
El sistema para hacer este trasplante y el momento del año para realizarlo dependerá de tipo de planta y sobretodo de su tamaño.
En todo caso, y usemos el sistema que usemos y lo hagamos en la temporada del año que lo hagamos, debemos recordar que el éxito depende en buena manera de que en todo momento la hidratación no se descuide.
Tanto antes de empezar a extraer la planta de su lugar, como una vez replantada en su nuevo sitio y sobretodo durante el primer año tras su trasplante, el arbusto no debe sufrir en ningún momento carencia de agua. Solo manteniendo los riegos precisos podremos paliar el estrés que siempre supone un trasplante.
Si se trata de especies de hoja perenne es preferible afrontar estos trabajos al inicio de la primavera. En caso de que estemos trasplantando un arbusto o árbol caducifolia el otoño es la estación más conveniente para hacerlo.
Indudablemente tenemos la opción de trasladar el ejemplar a raíz desnuda si es caducifolio y su tamaño es pequeño. Pero si lo que pretendemos es mover de lugar de plantación es un ejemplar perennifolio, el sistema de raíz desnuda no nos resulta válido. Sí o sí, habrá que trasladarlo con las raíces acompañadas del suelo correspondiente.
Muchos de nosotros hemos plantado muchas veces rosales a raíz desnuda, pues el caso de un arbusto o árbol es el mismo: un ejemplar extraído del suelo dónde crecía sin la tierra.
Veamos los dos casos que suelen producirse a la hora de trasplantar:

Primer caso: ARBUSTO DE PEQUEÑO TAMAÑO  y QUE O LLEVA MUCHO TIEMPO CRECIENDO EN UN LUGAR.

El caso menos problemático es este, el de un ejemplar que lleva poco tiempo creciendo en ese lugar y, al no haber tenido tiempo de desarrollar un cepellón de raíces demasiado grande, su traslado no será tan complicados y además siempre será más fácil su arraigo.
Iremos recortando todo alrededor del cepellón con una pala de punta recta haciendo que penetre verticalmente en el suelo. Con esto habremos recortado todas las raíces que sobresalen del cepellón hacia el suelo. Generalmente, si el arbusto es pequeño, simplemente con dos palas clavadas verticalmente y que ejerzan cierta presión la una frente a la otra, será suficiente para sostener el cepellón y extraerlo del suelo.

Pero si el tamaño es ya algo mayor o por la dureza del suelo vemos que esto se hace difícil, convendría una vez recortado el cepellón, eliminar el suelo que lo rodea formando una pequeña zanja a su alrededor. De esta manera tendríamos el espacio necesario para maniobrar mejor con las palas.
Es de vital importancia que el cepellón se mantenga todo lo unido que se pueda e impedir sobretodo que se rompa. La ruptura de las raíces pondría en juego las posibilidades de que arraigue de nuevo una vez plantado en su nueva ubicación incluso puede ocasionar la muerte del arbusto.

Segundo caso: ARBUSTO O ÁRBOL DE GRAN DESARROLLO CONSOLIDADO Y QUE LLEVA CRECIENDO EN EL LUGAR MUCHO TIEMPO.

Hoy quería centrarme en este segundo caso de trasplante que suele conllevar mucho más trabajo, más difícil y en el que hay más riesgo de fracaso.
Es el caso de un arbusto o árbol completamente establecido y que lleva mucho tiempo creciendo en su ubicación en el jardín. Hemos hecho obras y ya no tiene disponible el espacio que en principio le habíamos asignado o con el tamaño que está adquiriendo ya molesta para el paso de un camino... 
Entramos en la dinámica de poda/mayor crecimiento/ mayor necesidades de poda. Es lo habitual. Hay que tener en cuenta que la poda no sirve para reducir el tamaño de un ejemplar. Todo lo contrario, cuanto más podamos, más fomentamos el crecimiento. Las plantas tienen el tamaño que tienen cuando son adultas y pretender reducirlo a base de podas es un error. Además, esta constante mutilación de la planta no es nada que beneficie.
En fin, la cuestión es que te ves en la situación de que tienes en el jardín un ejemplar de buen tamaño y que lleva ya muchos años creciendo en esa ubicación y nos vemos e la necesidad de cambiarlo de lugar.
El stress del trasplante. La importancia de las raíces.
En este caso su sistema radicular se habrá desarrollado en un perímetro muy superior al caso de los arbustos que tratábamos anteriormente.
Este tipo de trasplante conlleva mucho más riesgo dado que para su traslado a otra zona del jardín nos vemos obligados a dañar buena parte de las pequeñas raicillas a través de las que el ejemplar toma el agua y los nutrientes del suelo.
Recordemos lo que decíamos en un artículo en que se trataba de la importancia de las raíces: Las raíces de un árbol o arbusto son de dos tipos.
Imagen de http://www.e-junior.net/articulo/2380/germinacion-y-crecimiento-de-las-plantas
De una parte están las raíces principales. Son leñosas, gruesas, rígidas y cuya función principal es el anclaje de la planta al suelo pero también servir de conexión entre la infinidad de pequeñas y finas raíces. 
Estas raíces principales se ramifican dando lugar a raíces secundarias o laterales y en éstas, a su vez, en sus extremos se formarán las raíces más finas.
Estas raíces más finas solo están cubiertas por la epidermis radicular o rizodermis y de ellas brotan los pelos radicales.
Los pelos radicales (también llamados pelos absorbentes) aumentan la superficie que la raíz tiene para absorber nutrientes y agua del suelo. Apenas viven unos días, no tardan en secarse y desprenderse y son sustituídos por otros nuevos que se crean próximos al ápice
Teniendo en cuenta esta estructura de las raíces podremos valorar mejor los peligros del trasplante. Se entiende así mejor la necesidad de llevar sumo cuidado cuando trasplantamos un árbol o arbusto de lugar. 
Si en esta operación de trasplante rompemos demasiada cantidad de pelos radicales o dañamos los extremos de las raíces más finas eliminando la fina capa que las cubre (rizodermis) las raíces perderán su capacidad de absorción al menos por unos días, en tanto no vuelvan a desarrollarse más pelos radicales
Es lo que todos los jardineros hemos comprobado casi cada vez que plantamos o trasplantamos una planta, el conocido shock del trasplante.

De ahí también que sea necesario cuando efectuamos un trasplante o incluso cuando plantamos una planta por primera vez, efectuar una poda de parte del largo de sus ramas e incluso de sus hojas si está en actividad vegetativa o es un ejemplar perennifolio. Con ello las raíces, dañadas en la operación de trasplante, deberán abastecer a una menor masa vegetativa. De lo contrario, un sistema radicular dañado será difícil que pueda seguir abasteciendo a la parte aérea del arbusto trasplantado.
Observemos qué está pasando debajo de tierra cuando trasplantamos un arbusto de poco desarrollo y comparémoslo con lo que ocurre cuando movemos de lugar un arbusto bien consolidado y con un aparato radicular completamente crecido:

Vemos en el primer caso que aunque con la pala cortemos un círculo alrededor del cepellón, estamos en efecto eliminando parte de estas raicillas tan importantes. Pero el daño que estamos efectuando a la planta no es comparable con el que ocasionamos en un ejemplar consolidado.
Realización de una zanja en el perímetro del cepellón que queremos trasladar de ubicación
Para minimizar los daños del trasplante en este caso, se aconseja que cuando pretendemos trasplantar un ejemplar que lleva mucho tiempo creciendo en un lugar lo hagamos con un sistema algo más lento pero que nos garantizará en mayor grado el éxito del mismo.
Se trata de practicar una zanja lo suficientemente ancha como para trabajar con comodidad alrededor de todo el perímetro del ejemplar (la zanja no debería ser mucho menor de 15/25 cm y de una profundidad de al menos 30/40 cm)
El tamaño de este cepellón que dejaremos estará en función del tamaño del arbusto y también, no cabe duda, de nuestras posibilidades.
Relleno de la zanja con sustrato mullido y con mucha materia orgánica.
Por eso es importante que durante el otoño del primer año hagamos la zanja y la rellenemos con una mezcla de sustratos muy mullida, muy esponjosa, que mantenga bien la humedad y que se componga de mucha cantidad de materia orgánica
Con esta mezcla estaremos animando al desarrollo de pequeñas raicillas que se desarrollaran desde el arbusto y se adentrarán en la mezcla. Estas raicillas que serán las que permitan a la planta seguir tomando el agua y los nutrientes del suelo dónde lo ubiquemos, minimizarán los daños ocasionados por el estrés que es inevitable.
Se aconseja precisamente no realizar el trasplante hasta el año siguiente. Durante estos meses habrá tiempo del desarrollo que mencionamos.
Tenemos una tendencia a creer que pasadas las altas temperaturas del verano, las plantas no precisan riego alguno y aunque eso puede ser cierto en algunos jardines del norte de nuestro País dónde las lluvias otoñales son copiosas, en otras zonas geográficas hay que estar muy al tanto de este tema y regar en profundidad de vez en cuando incluso en invierno, especialmente cuando se preveen heladas.
En este caso, una vez hemos realizado la poda de las raíces y hemos practicado la zanja, es imprescindible que el sustrato que usaremos para rellenar así como el propio cepellón estén en todo momento con suficiente humedad. 
Una buena capa de acolchado en forma de corteza triturada o cualquier otro material nos resultará muy práctica evitando evaporaciones innecesarias y preservando las raíces del arbusto de las bajas temperaturas del invierno y del calor del verano.
En general el otoño es un buen momento para realizar la poda de las raíces. Si no podemos esperar de ninguna forma (o somos tan impacientes que no queremos hacerlo jejeje) podemos intentar llevar a cabo el trasplante la primavera siguiente. Al menos le habremos dado a la planta la oportunidad de desarrollar finas raíces en estos pocos meses. 

Pero ya digo, lo ideal es hacer la zanja en otoño y que la planta no tenga que producir su desarrollo aéreo durante los meses de actividad vegetativa si no que tenga un tiempo para dedicarse exclusivamente a reponer su sistema radicular.
En todo caso, creo que para ejemplares con un cepellón realmente grande o que lleven muchos años creciendo en un lugar, es imprescindible que transcurra este año que os comento. 

Pero a los impacientes (como yo) les animaría a que, antes de proceder a la extracción definitiva de la planta, comprobasen que se han desarrollado suficientes raíces fibrosas en la zona de la zanja excavada y si no es así, resistieran la tentación de seguir procediendo con el traslado.
Esta fotografía muestra las maravillosas nuevas raíces surgidas hacia fuera del cepellón tras haber hecho una zanja meses antes. Como puede comprobarse el riesgo de trasplante en esta situación es mucho menor. Verdad?
http://www.ruppertnurseries.com/root-prune-root-prune-question/



El trasplante:
El tiempo que transcurra entre la poda de las raíces y el trasplante final dependerá del tamaño de la planta. Del tipo de arbusto del que se trate y de las necesidades del jardinero.
En general pensemos que cuanto más grande es una planta, más tiempo precisará para que se desarrollen esas finas y pequeñas raicillas que estamos pretendiendo y también más tiempo deberá transcurrir hasta que vuelva a asentarse en su lugar definitivo.
Este trabajo no es nada fácil. Necesitaremos ayuda de un amigo y precisaremos en ocasiones para mover el ejemplar el uso de carretillas y de otros inventos ya que el peso que puede llegar a tener el cepellón no es nada desdeñable.
Trasplantar un ejemplar consolidado y de buen tamaño sin el desarrollo de estas raíces pequeñas, supone haberle eliminado precisamente una gran de su sistema radicular, en concreto las raíces "alimenticias" de la planta y tal cual ubicarla en su nuevo lugar sin contar con los elementos que necesitará para seguir nutriéndose e hidratándose. 
Por el contrario dejar pasar unos meses entre el momento en que practiquemos la zanja y la rellenos y el momento en que efectuemos el traslado de lugar, supondrá llevarse ya un ejemplar con nuevas raicillas desarrolladas y por tanto con más posibilidades de arraigar en su nuevo lugar de plantación. Estas raicillas serán las que se desarrollen rellenando la zanja que previamente habremos cavado el año anterior y servirán al arbusto para, tan pronto esté en su lugar definitivo, contar con las herramientas precisas para tomar el agua y los nutrientes del suelo.
Siempre os digo que en jardinería la previsión y la planificación es de suma importancia. Es verdad que se pueden hacer las cosas con precipitación, tomar una decisión y llevarla a cabo de forma inmediata pero indudablemente esta forma de actuar tiene menos posibilidades de éxito.

Quisiera aclarar algo de perogrullo y es que a la hora de extraer el nuevo cepellón deberemos cavar una nueva zanja en un perímetro que abarque la zona que rellenamos de sustrato mullido y dónde se supone que se habrán desarrollado gran cantidad de raíces fibrosas.
Cuanto más separada del tallo principal esté esta zanja última, menos pequeñas y nuevas raíces estropearemos. Tengamos en cuenta que precisamente estamos usando este método para intentar llevarnos la planta con la mayor cantidad de esas raíces por tanto tengamos sumo cuidado a la hora de la extracción.
El cepellón que nos "llevaremos" con la planta será  por tanto de mayor diámetro que el que inicialmente habremos recortado.

Este aspecto hay que tenerlo en cuenta y sopesar las necesidades del ejemplar según su tamaño y las posibilidades reales que nosotros personalmente tendremos en el momento de inicial de podar las raíces ya que repercutirá en el tamaño y peso del pan de tierra que tendremos que mover de un lugar a otro del jardín.
También es posible, dependiendo de la planta, practicar el corte de raíces en primavera y realizar su traslado el otoño siguiente pero en este caso la planta dañada en sus raíces deberá soportar los rigores del verano lo que convierte al riego en este caso en especial un elemento absolutamente imprescindible si queremos que la planta supere el estrés (en todos los casos siempre que se trasplanta hay que cuidar del riego).
El traslado del ejemplar extraído del hoyo de plantación
Para efectuar el traslado hay varios sistemas que nos pueden ayudar y facilitar el trabajo.
Este trabajo es difícil realizarlo un jardinero solo. Casi que creo que es imprescindible que alguien nos ayude. Así pues, convendría que mientras uno de los jardineros, ayudándose de la pala inclina el cepellón antes de extraerlo, el otro, aunque sea con dificultad, intente meter la mitad de una arpillera de tamaño suficiente para envolver todo el cepellón final. Luego, inclinando el pan de tierra en dirección contraria, uno de los jardineros tirará de la arpillera hasta tener cubierto todo el cepellón.
Una vez metida la arpillera es imprescindible cubrir con ella el cepellón por la parte superior. Para ello, conviene que la aspillera (o el material que usemos para tal fin) sea de tamaño generoso. Mediante alambre, clavos, cuerdas, o del modo que se nos ocurra es aconsejable que quede bien sujeta.
Envuelto así el cepellón puede intentar sacarse del hoyo de plantación. Es importante que sepamos que nunca debemos tirar del tronco si no ejercer la fuerza desde el cepellón hacia arriba. Lo contrario es arriesgado y puede ocasionar la ruptura de la base de la planta.
Una vez fuera del agujero podríamos ubicarlo sobre un trozo de malla de alambre flexible colocada ya a nivel del suelo. Con esta malla forraremos por fuera la arpillera formando una especie de "jaula" y lograremos que el conjunto esté suficientemente consolidado para que aguante el traslado de lugar sin que se rompa ni se dañe el pan de tierra.
En ocasiones el tamaño de estos cepellones es tan grande y pesa tanto que no es nada fácil eliminar estos materiales de los que nos valemos para su traslado.
El viaje hasta el lugar definitivo no es tampoco fácil. El peso y la envergadura de la planta es a veces tan grande que es bastante complicado trasladarlo a través del jardín.
Si queréis ver en detalle un el "paseo" que tubo que hacer una de mis catalpas desde la entrada a su lugar de plantación podéis pinchar en el enlace. Comprobaréis que era tanto lo que pesaba que nos vimos obligados a poner el árbol sobre unas puertas sobre las que lo hacíamos desplazarse. En fin, toda una odisea!!

Debemos saber si la arpillera que estamos usando es sintética o natural sin tratamiento alguno. Si es este el caso, aunque quedara algún trozo de ella bajo tierra el tiempo se encargaría de ir deteriorándola y llegaría a "compostarse" de forma natural sin ocasionar daño alguno a la planta. De todos modos es mejor intentar eliminarla en su totalidad si no resulta posible.
Lo que sí hay que quitar del todo es la malla metálica y clavos, cuerdas o cualquier material del que nos hayamos valido para sujetar y envolver bien el cepellón.
Os muestro qué tamaño (y peso) puede llegar a tener un cepellón de un árbol cuando estamos trasplantándolo (en este caso desde el vivero a mi jardín. Creció en el suelo y meses antes de traerlo a mi jardín hicieron la zanja)

La plantación en el lugar definitivo

Y por último, previamente al día que tenemos decidido realizar el trasplante, deberíamos tener ya listo el hoyo de plantación como es lógico. De no ser así estaríamos exponiendo el cepellón a unas condiciones en las que puede resecarse y que las raicillas se dañen.
Por supuesto, antes de llegar a meter el arbusto en este hoyo tendremos que regar copiosamente la zona para que sea recibido por un suelo bien húmedo (no encharcado) y en paralelo nos aseguremos de que este hoyo tienen un perfecto drenaje.
Durante al menos el siguiente año una vez plantado definitivamente el arbusto continuaremos cuidando escrupulosamente de su hidratación. En tanto el arbusto no reponga del todo su sistema radicular, estará mermado en su capacidad de abastecer a la planta del agua y de los nutrientes que precisa. Que el suelo que le rodea esté húmedo es una forma de ayudar a su posterior y definitivo arraigo.

Cómo conservar las plantas hasta el momento de la plantación

Hoy quería mostraros como conservo las plantas vivaces y un arbusto que me llegaron en el último pedido hasta que encuentre el momento de la plantación.

No siempre pueden ponerse en tierra tan pronto compramos las plantas o llegan con una empresa de transporte. Las razones pueden ser muy diversas

  • Estamos atareados y no disponemos del tiempo de hacer la plantación.
  • No tenemos decidida la ubicación en el jardín que le asignaremos.
  • No disponemos de sustratos adecuados para el hoyo de plantación o el relleno del contenedor.
  • Las condiciones climatológicas nos impiden que las podamos plantar.
  • Las condiciones del suelo no son las adecuadas para efectuar el plantado.
En fin, a todos nos ha pasado. Tenemos las plantas en casa y por un factor u otro no podemos plantarlas. Cómo las conservamos? qué hacemos con ellas? Bueno, si la situación no supera los dos o tres días, no hay problema. Aguantan perfectamente en un lugar protegido siempre que recién lleguen a casa reciban un poco de agua y estén estos días a la espera con el sustrato húmedo.
Tampoco suele haber problema cuando estamos hablando de grandes arbustos que compramos en contenedores de buen tamaño. Vienen con un cepellón desarrollado, metidas en contenedores que permiten que sus raíces permanezcan hasta la plantación con la humedad necesaria.
El problema se da cuando se trata de diminutos contenedores, habitualmente forman parte de pedidos online y suelen ser vivaces. Se trata de ejemplares muy pequeños, con un sistema radicular poco desarrollado y el poco sustrato que rodea sus raíces no tiene capacidad de conservar la humedad ni la temperatura adecuada por mucho tiempo.
Aclaremos que igualmente pasa cuando compramos pequeños planteles de hortalizas que luego cultivaremos en los bancales del huerto.
Si las dejamos en un rincón del jardín es fácil que las bajas temperaturas nocturnas lleguen a dañar sus raíces. Pensemos en la ínfima cantidad de tierra que hay alrededor de ellas. La helada es fácil que penetre hasta el centro del cepellón porque apenas son unos pocos centímetros de tierra los que hay.
Y además, las riegas y es tan poco el sustrato que rápidamente se secan. Eso si durante un día no le da al sol por calentar bien y cuando llegamos la planta está lánguida y el sustrato reseco.
Unas plantas en estas condiciones están sufriendo y cada día que pasa sin plantar su deterioro va en aumento.
Esta es la situación que se me está dando a mí. De las que vinieron en el último pedido la mayoría eran vivaces salvo tres arbustos. Dos de ellos los planté al día siguiente puesto que tenía decidido su lugar en el jardín. En cambio las vivaces y uno de los arbustos quería pensarme muy bien las cosas a la hora de decidir en qué sitio crecerán.
Son vivaces la mayoría que llegan a tener buena envergadura y que no crecen bien en cualquier lugar así que sabiendo que podrían pasar bastantes días, incluso semanas, hasta que encontrara un lugar adecuado para ellas, desde que llegaron las conservé de la manera que suelo hacerlo. 
No se precisa más que un contenedor amplio. Puede valer una jardinera o simplemente una caja de poliespan.
Eso sí, es necesario practicarle los correspondientes agujeros de drenaje. De lo contrario las raíces podrían pudrirse en un sustrato encharcado.

Un poco de sustrato en la base de la caja. A continuación se colocan las plantas extraídas de sus contenedores y rellenamos con sustrato ligero y mullido. 

Si quisiera advertir del cuidado que debemos tener con las etiquetas. Es fácil que al sacarlas del contenedor las etiquetas caigan sobre la mesa o el suelo en el que estemos trabajando y se mezclen así que evitemos este problema llevando cuidado para que luego no tengamos problemas de identificación.

Yo rellené con algo de mezcla que me sobró de cuando planté los rosales  raíz desnuda (una mezcla de sustrato, compost de hojas bien maduro, turba rubia y algo de vermiculita).
Un riego que humedecerá este sustrato y las plantas pueden pasar así tranquilamente varias semanas hasta que las llevemos a su lugar definitivo.
Agrupadas se protegen de la deshidratación y del frío mucho mejor. El poliespan además es bastante aislante así que las heladas no las dañarán colocadas de esta forma.
Estamos prácticamente en invierno. Las plantas están en parada vegetativa la mayoría así que no tienen demasiadas exigencias. Eso sí, no pueden estar demasiados días con las raíces absolutamente secas ni padecer un frío que congele el cepellón y llegue a tener temperaturas que no tendrían protegidas por el suelo del jardín y los acolchados. Así que pienso que este sistema es fácil, no requiere ningún material especial y tan solo nos llevará unos minutos dejarlas bien protegidas a la espera de que les llegue su momento.
Que paséis un buen lunes!! 

Frío, viento, lluvia...y una mimosa dañada

La noche ha sido terrible. Lluvia que aunque no abundante ha caído sin cesar hasta la mañana, pero sobretodo fuertes ráfagas de viento que zarandeaban los árboles a su antojo.
Esta mañana lo primero que he hecho al levantarme ha sido recorrer el jardín para hacer una revisión de posibles daños. La lluvia puede ocasionar daños cuando es extremadamente fuerte, de hecho ya os mostré los destrozos que provocó la lluvia en mi jardín a primeros de julio, pero es el viento lo que más me sobrecoge. Una rama gruesa de un árbol desgajada por acción del viento puede ocasionar muchos daños en infraestructuras, tejados, vallas... de ahí que siempre me preocupe cuando está soplando con fuerza como anoche.
Nada, no ha habido consecuencias nocturnas graves. Solo esta rama de la mimosa que había en el huerto.
Tenía dos ramas de buen calibre, una ya estaba muerta desde el año pasado y esta segunda que el viento arrancó esta noche. 
Tan pronto pueda cortaré la Acacia dealbata desde abajo sin dejar tocón alguno. Quitar las raíces no podré porque supondría levantar buena parte del suelo del huerto, mover las dos composteras, quitar el bancal más próximo.... y la verdad, no voy a hacerlo ahora.
Las mimosas son árboles poco longevos y yo tengo claro que las mías, que llevan en este jardín más de treinta años, irán muriendo poco a poco no tardando demasiados años. Si soy sincera, son tantos los problemas que me originan que no siento demasiada pena por ellas, la verdad. Una menos que me da problemas!! 

Proyecto de una terracita en zona del jardín con pendiente

No se puede pretender cambiar totalmente el suelo de un jardín pero sí podemos modificarlo en parte. Yo lo hago aportando materia orgánica constantemente sobre el suelo de todos los arriates y más radicalmente llenando los hoyos de plantación con mezclas de sustratos que animen al desarrollo de las raicillas recién plantados los rosales y arbustos (bueno, vivaces también).
Sé que tarde o temprano las raíces deberán adentrarse en el suelo original y que no siempre será grato para ellas porque el hoyo, por muy generosa que sea yo excavándolo, tiene un límite. Una vez ocupen este espacio no les quedará otra que empezar a entrar en un medio más hostil.
He leído que hay jardineros que no están de acuerdo con esta práctica porque argumentan eso, que a la larga, no les quedará más remedio que crecer en el suelo que hay y se limitan por tanto a intentar modificar en lo que pueden el suelo original en general sin modificar en exceso el hoyo de plantación.
Sí, así es, pero creo que no tiene las mismas posibilidades de desarrollo e incluso de supervivencia una plantita con un diminuto cepellón (Que es como las solemos comprar) que tan pronto está en el suelo tiene que animarse a sacar raíces hacia un suelo poco amigable, que un ejemplar con un cepellón ya bien desarrollado que ha tenido el tiempo de una o dos temporadas para ir aclimatándose al jardín y que dispone inicialmente de espacio a su alrededor con un suelo dónde le resulta fácil generar más raíces. Bueno, esto es mi opinión y de momento haciéndolo así me está dando buenos resultados en general.
Digo todo esto porque cada plantación que realizo supone la extracción de una buena cantidad de tierra que, dado que mi jardín tiene un suelo de tan pésima calidad, no resulta aprovechable.
Cuando estás al inicio de la creación del jardín cualquier otro espacio es bueno para ir dejando esa tierra de poca calidad, pero  el problema comienza cuando el jardín ya está formado en sus líneas principales. Qué hacemos con esa tierra? Dónde la dejamos? 
Sacar este material del jardín supone ir llevándolo en sacos a los puntos limpios de nuestra localidad. Ello precisa de tiempo, gasto de gasolina y esfuerzo.
De otra parte, y este es el tema que quería tratar hoy, están las circunstancias concretas de este rincón que deseo crear siendo como es un jardín implantado en una parcela con pendiente. En este caso dos son los problemas con los que tengo que lidiar:
- La inexistencia de suficiente espacio en plano para depositar mesa y alguna silla más por el problema de la pendiente del suelo.
- Ramas demasiado bajas de un enebro que se halla sobre este espacio.
Para mí los desniveles y pendientes permiten jardines mucho más interesantes. Posibilitan la creación de rincones, terrazas, recovecos, caminos... con una belleza que desde mi punto de vista no logra nunca un jardín totalmente plano. Indudablemente tiene más interés un jardín que se tiene que recorrer para llegar a conocerlo entero que uno en el que desde cualquier punto puedes visualizar la totalidad del mismo.
Si bien es verdad que son jardines en los que se tiene que invertir mucho más tiempo, esfuerzo, materiales y dinero para crearlos, el resultado no es comparable.
Pero como todo en la vida, a veces una ventaja también supone unos contras. Crear en este tipo de jardines como el mío, zonas de descanso, terrazas, espacios para ubicar mesas y asientos, no siempre es fácil y supone la inversión de un esfuerzo añadido.
Este es el caso de la zona central del jardín. En él hay un gran enebro que por haber crecido desde el inicio en una gran pendiente, se desarrolló con bastante inclinación hacia la zona baja del jardín.
Tanto es así que la mitad de su copa, la que está orientada al sur, tenía su parte más baja excesivamente cerca del suelo.
Este espacio bajo el enebro creo que puede convertirse en un centro de interés en mi jardín. Bordeado en su parte baja por un arriate de rugosas es un punto del jardín desde el que se divisa buena parte del centro del jardín así como el portón de madera que da acceso al huerto. Me encanta!!
En primavera, cuando el calor es más soportable, muchas veces me traigo los platos aquí y como sobre una pequeña mesita que coloqué con tan sólo un par de sillas. El gran enebro, a modo de enorme parasol, aporta a este punto del jardín una estupenda temperatura al resguardo de los rayos del sol.
Cual es el problema entonces? La pendiente!! Aunque con un ligero nivelado del suelo inicial logré espacio suficiente para la ubicación de esta mesita y sillas que os comento, está claro que no hay el terreno suficiente para colocar una silla más que me gustaría y desde luego, no resulta cómodo transitar alrededor de estos muebles debido a que a muy poca distancia el suelo deja de estar en horizontal para convertirse en un suelo inclinado que es dificultoso de pisar.
Cuando comienzas un jardín, a veces no descubres las posibilidades de algunos espacios desde el comienzo pero a poco que empiezan a desarrollarse las plantaciones y que el jardinero "vive" su jardín, rápidamente se percata de que hay puntos en el jardín que no deben desaprovecharse y que incluso merece la pena invertir algo de esfuerzo en ellos para crear puntos focales o rincones que puede embellecer el jardín y ayudar a un mayor disfrute de él.
Bien, mi intención es ampliar el terreno sobre el que ahora se asienta esta mesa y sillas y crear ahí una especie de pequeña terracita desde dónde disfrutar de la zona central del jardín.

No tengo todavía definitivamente decidido como será la terraza.  Por eso el título de este artículo es "proyecto" y no 0realización". Me refiero a que no sé qué materiales usaré para cubrir este suelo. Puede que piedras de buen tamaño incrustadas en el suelo sin cemento para que crezca hierba a su alrededor. O puede que incluso quedara bonito usar ladrillos de barro rojo que aguanten las heladas y colocarlos de igual manera, sobre un lecho de arena.
No quiero usar cemento porque esta zona tiene el problema de las raíces de los olmos. No es la primera vez que me veo obligada a cavar someramente para arrancar las que se desarrollan a buena distancia de estos árboles.
Si uso cemento para colocar el material que constituya la base, esta extracción se dificultaría mucho. Además, prefiero que el material que use, permita el crecimiento de hierba entre él.
Seguramente tendré que hacer un par de muretes de contención en forma de muros secos de piedra. Uno en la zona más alta para contener la última terraza que hay ahí.
Otro más que borde en forma de media luna toda esta terraza que pretendo ir creando. Dejaría, eso sí, un espacio entre este último murete y el arriate de rugosas que la bordearía por abajo. Este pasillo me permitirá acceder a estos rosales y poder realizar los trabajos de limpieza y poda de los mismos.
Por qué hablé al inicio de este artículo de la tierra que iba extrayendo de los hoyos de plantación? Pues porque ese lo que suelo hacer. Aprovecho este material de suelo que extraigo de los hoyos de plantación que de otra forma tendría que llevar a un punto limpio, para nivelar caminos o, como en este caso, ir creando poco a poco el espacio que será una terraza cuando tenga suficiente terreno preparado para su creación.
Aunque el montaje deja bastante que desear me vais a permitir que os muestre en esta siguiente imagen la idea general que tengo. No sé si os gustará. Lo he hecho para hacerme una idea. En esta fotografía podéis ver como ya hay acumulada cierta cantidad de tierra bordeando la zona de la mesa.
Por supuesto tendré muy en cuenta que el suelo finalmente nunca llegue a subir por encima del punto en el que el tronco del enebro brota del suelo. Hacer esto sería poner en peligro el árbol!!

Luego se me ha ocurrido que puede que ubicar ahí una especie de pilón de piedra que contenga el agua que salga de un caño instalado en el murete de piedra que hay bordeando la última terraza de esta zona podría quedar precioso. Qué os parece?
Estar sentada ahí, bajo la sombrita del enebro y con la melodía del agua sonando de fondo puede ser un verdadero placer!!
Ay Dios!! Por qué mi cabecita nunca parará!! Hala, ahora a instalar ahí una fuente, a llevar un punto de luz desde la casita de madera, a comprar la pila...ajajjaja Bueno, en eso consiste crear un jardín!! Un proyecto que jamás tiene fin y que el placer se obtiene recorriendo el camino y no en la meta. No es cierto?
Decidido!! Iré echando ahí el suelo que vaya sacando de otras zonas del jardín y en poco tendré formada ya la pequeña terracita. Por supuesto es cosa de ir apisonando bien la tierra según se vaya depositando para que el conjunto tenga solidez en tanto el murete de contención no esté construido.
Por último quisiera comentar la solución que he adoptado para resolver el segundo "problema", el de las ramas demasiado bajas del enebro.

Lo hablé hace meses con el ayudante que viene a echarme una mano en las labores más duras del jardín. Él se inclinaba por el corte de las ramas bajas pero yo me negué en rotundo.
Como os he comentado muchas veces, la parcela que luego fuera mi jardín estuvo "cuidada" (si es que se puede aplicar este término) por un "profesional" que hizo de leñador en ella, porque de otra forma no puede calificarse, e hizo cosas como estas:
Estas mutilaciones ya no tienen arreglo pero no estoy dispuesta a dañar ni una pizca más mis árboles a poco que me sea posible!!
Estaba claro que si quiero usar este espacio bajo el enebro del modo que estoy comentado precisaba que el extremos de las ramas no cayeran tan próximos al suelo como lo hacían hasta ahora y que las pequeñas ramillas colgantes que bordean el perímetro de la copa levantaran lo suficiente como para poder transitar bajo el enebro con comodidad y a la vez dejaran de tapar la vista que de la zona se obtiene cuando te sientas a esta mesa.
Creo que hemos dado con una solución que de momento me vale. Pensé que las ramas que tendían más hacia abajo era cuestión de "levantarlas" y para ello se me ha ocurrido usar soga bien fuerte.
Anudándolas en su último tercio con un extremos de la soga y tendiendo el otro extremo de la cuerda hacia el tronco principal hemos ido, despacio, poco a poco, mientras la flexibilidad de las ramas nos lo ha permitido, subiéndolas.
Ha sido un trabajo lento y dificultoso por la pendiente del terreno que no permitía disponer de una escalera normal en él. También era preciso ir viendo como iba quedando la copa mirando el árbol desde lejos y desde varios puntos del jardín. No era cosa de subirlas tanto que resultara artificiosa su forma.
Creo que ha quedado bastante bien. Las sogas evidentemente se ven desde "dentro" de la copa cuando estás bajo el árbol pero no se notan en absoluto cuando ves el enebro en su totalidad.
Ahora ha quedado la zona despejada. Ya no te prendes el pelo cuando transitar bajo su copa. 

Pero además, de rebote, al subir las ramas, estas han dejado de tapar como lo hacían hasta ahora, la visión del seto norte desde aquí.
No me importa haber usado este recurso que quizás estéticamente no es el ideal dado que las cuerdas son visibles bajo la copa,  a cambio, no he dañado al árbol ni le he practicado podas que en nada le favorecerían y cuyos cortes hubieran provocado que entrara en peligro de enfermar.
En fin, ya tengo trabajo para que mi cabeza no pare de pensar en las soluciones de los problemas que para esta zona se me ocurra que se me puedan plantear de manera que anticipe formas de hacerlo con menos esfuerzo y gasto.
Buen domingo, queridos jardineros!! :)

Plantación de rosales en ubicaciones problemáticas

Me gusta plantar los rosales a raíz desnuda en noviembre. Ahora ya se producen heladas nocturnas y el suelo está en peores condiciones pero este año me retrasé en el pedido de rosales y hasta ahora no me llegó el envío.

Antes de plantarlos y tras hacer los hoyos de plantación regué en profundidad para que la zona dónde los ubicaría estuviera previamente húmeda además de comprobar, como hago siempre, el drenaje del hoyo.
Quisiera hablaros hoy de dos de los problemas con los que nos enfrentamos a la hora de elegir dónde cultivaremos nuestros rosales
Uno es la competencia de raíces. No siempre es fácil resolver este asunto y como veréis generalmente no queda otra que trasladarlos de lugar si es que crecen cerca de ellas o, "ingeniárnosla" de alguna forma para que el rosal tenga alguna posibilidad de salir victorioso frente a ellas. Al menos intentarlo. No es fácil como digo!! 
El otro problema en mi jardín es más acuciante cuando se trata de la zona alta. Allí no son las raíces lo que genera la dificultad, allí es la insolación inaguantable que se da en verano. Es decir, el problema son las temperaturas extremas en verano que favorecen la deshidratación. Aquí no queda otra que usar mezclas que ayuden a conservar la humedad.
Antes de entrar en materia quiero deciros que esta vez mi pedido se ha limitado a tan solo unos pocos. Este invierno no han sido muchos los que he solicitado. El jardín ya lleva creándose casi cuatro años y el número de rosales que cultivo ya va siendo numeroso. Pero claro, con esta pasión que tenemos por ellos, es difícil resistirse a la tentación de aumentar las existencias.
Rosa 'Souvenir de la Malmaison' arbustivo. Cultivo el trepador, por cierto, sin mucho éxito ya que creo que los trips han decidido nutrirse de él y no le dejan vivir en paz. 
Es una rosa que me encanta así que he querido introducir en la parte frontal de la casa este de crecimiento arbustivo.
Rosa 'Reine des Violettes'. Lo cultivé en le otro jardín de la casa dónde viví anteriormente pero no me lo traje y es una rosa tan sumamente hermosa que esta vez no he podido resistirme a pedirla. En aquel jardín, no aguantaba bien el sol. Sus rosas languidecían con las altas temperaturas y los pétalos se achicharraban de manera que esta vez voy a cultivarlo en unas condiciones un tanto fuera de lo común pero sí, voy a probar a hacerlo así. Me refiero a que la ubicación es debajo de un pino en el huerto. A ver qué tal se desarrolla.
Si no funciona en este lugar, pues eso, lo que hacemos siempre para que el trabajo del jardín no tenga fin ajjajaja, trasladarlo de lugar!
Rosa 'Madame A. Meilland' arbustivo (También conocido como 'Peace' o 'Gloria Dei') Un clásico entre los clásico. Es un híbrido de té de 1935 cultivado por Francis Meilland .
Lo que son las cosas... Aunque hace treinta y tantos años, cuando yo tuve mi primer jardín no entendía absolutamente nada de plantas, este fue el primer rosal que compré por casualidad. En versión trepadora, eso sí. No cultivo híbridos de té en mi jardín, creo que este es el único, pero ha sido por motivo más sentimentales que otra cosa por lo que lo he pedido. Se trata de un arbusto de buen tamaño con rosas tan hermosas!! 
Rosa 'Souvenir du Docteur Jamain' una rosa antigua perteneciente al grupo de los híbridos perpetuos de 1865, divino como pocos.
Rosa 'Goldfinch' no es nuevo este rambler en mi jardín pero me pasó con él lo que no me ha ocurrido nunca con ningún rosal. Desgraciadamente se murió el que planté el año pasado por mi culpa. Me despisté al plantarlo y cuando lo hice dejé pendiente la instalación del riego por goteo correspondiente. Se me fue del todo de la cabeza y se quedó sin agua así que el pobre murió. Tenía ganas de cultivarlo así que decidí volverlo a pedir, esta vez con la determinación de no dejármelo morir.
Rosa 'Lady Emma Hamilton' Tampoco es nuevo pero precisaba un rosal de hermosas rosas anaranjadas que destacara sobre la celosía derecha que da entrada al jardín trasero.
Y por último, Rosa 'Mermaid' (en sus raíces). Estoy enamorada de este rosal desde hace tiempo pero este es de esos rosales que tienes que tener muy, muy claro dónde se van a cultivar. Mermaid no se pude poner en cualquier parte. Requiere espacio, mucho espacio para lucir en todo su esplendor. Se trata de un vigoroso trepador de enorme desarrollo, un híbrido de R. bracteata de rosas grandes de pocos pétalos pero muy refloreciente y de un amarillo de gran delicadeza.
He tenido que recurrir a la socorrida Wikipedia para mostraros esta belleza... lindo!! Eh! :) Delicado y elegante. Ummmm ya sueño con él. Por cierto, para los que siempre van olisqueando, sí, sí, tiene aroma también!!


Llevo años queriéndolo cultivar pero sin decidirme a hacerlo por no tener elegido el espacio adecuado. Por fin creo que le he encontrado la ubicación en la que puede lucir su hermosura
Pero tiene un problema este espacio asignado: Las dichosas mimosas!! No obstante yo soy bastante empecinada y cuando quiero algo, al menos lo intento. Si no tengo éxito siempre pienso que estoy a tiempo de modificar los emplazamientos o las condiciones de cultivo o simplemente asumir mi error y desistir jajaja
Quisiera mostraros este rosal antes de plantarlo. como veis no se trata de un Rosa 'Mermaid' injertado si no de un ejemplar que crece en sus propias raíces.
La importancia de las raíces de los rosales no es tema baladí. Los que me leéis con asiduidad, sabéis que a la hora de plantarlos siempre lo hago con el punto de injerto hundido con la idea de que con el tiempo, aunque me veo obligada a adquirirlos casi todos injertados, terminen por crecer en sus propias raíces. Son varias las ventajas que le veo a esta forma de hacerlos crecer.
Podéis echar un vistazo a un artículo en el que se trata con algo de profundidad los pros y los contras del cultivo de rosales injertados frente a rosales que crecen en sus propias raíces pinchado en el vínculo anterior.
Estoy convencida que los rosales que crecen sobre sus propias raíces terminan siendo rosales más fuertes, de mejor desarrollo pero sobretodo en este caso, estoy interesada en un rosal que me emita constantemente brotes basales que me permita ir rejuveneciéndolo con los años. Preferiría que este rosal no creciera con tallos largos, excesivamente lignificados y desnudos en la base a pocos años que pasen. Me gustaría tener una parte inferior poblada desde el suelo ya que se trata de una zona que se ve mucho al venir el camino que recorre el seto norte en nuestro ascenso hacia la parte alta del jardín. Y esto, sin duda, será más fácil si este rosal crece desde el inicio en sus propias raíces.
Fijaos como ha venido. Un buen cepellón lleno de raicillas bien desarrolladas que tan pronto toquen el sustrato que les he preparado espero que se animen a desarrollarse de forma saludable y vigorosa en él.


De todos modos este mes no han sido estos siete rosales únicamente los que he plantado. He tenido que trasplantar otros siete de lugar porque dónde crecían estaba claro que no tenían ninguna posibilidad de prosperar.
Hoy va la cosa de ubicaciones problemáticas para los rosales. Empecemos por un buen ejemplo de este problema,  el de este rosal Rosa 'Mermaid'. y ello hay que "agradecérselo" como os digo, a las raíces de las mimosas que crecen en este arriate.
Sabiendo que en general es difícil  salir victoriosos del problema, no quiero dejar de intentar salirme con la mía :)
Ni se me ocurre plantar directamente en el suelo al pobre rosal. Sé que tendría sus días contados. La competencia de estos árboles es tan enorme que no tendría posibilidad alguna de sobrevivir siendo tan bebé.

Estas son las raíces de una mimosa que he sacado de entre un rosal que crecía cerca de ellas. Impresionante la "cabellera" que han desarrollado, verdad? Cómo iba a desarrollarse el pobre rosal con una competencia de este calibre enrollada a sus raíces!!

Por eso he excavado un buen hoyo, de amplitud suficiente para albergar en él un gran contenedor. Ahí podrá tener mi Rosa 'Mermaid' la hidratación, nutrientes y sustrato que precisa para empezar a desarrollar un buen cepellón.

Cuando en dos o tres temporadas se haya desarrollado lo suficiente, excavaré mucho más profundamente y agrandaré el hueco que he practicado ahora. Construiré luego un pequeño "tabique" vertical que rodee el cepellón del rosal con suficiente profundidad, con ladrillos o piedras de manera que le proteja de la competencia de las dichosas raíces y espero (cruzo los dedos) que siendo para ese momento, un ejemplar ya bien desarrollado tenga posibilidades de sobrevivir junto a la mimosa. Espero que las raíces se desarrollen hacia abajo, a más profundidad de lo que lo hacen las raíces de la mimosa que suelen ser bastante superficiales y en estas condiciones pueda no sufrir tanto por el agua robada por la mimosa.
Como os comentaba no encontraba un lugar adecuado para este rosal pero ahora tengo la idea de ubicar una pérgola adosada a la fachada este de la casa. Quizás (ya veremos) construya bajo ella un espacio para dedicarlo a zona de pintura al óleo que es una afición que quiero volver a practicar. Los caballetes, lienzos y material de esta hobby ocupan bastante espacio y aunque en este momento tengo dedicado un dormitorio a ello, creo que la luz que tendría en este lugar para pintar sería magnífica.


En fin, digo todo esto porque un Rosa 'Mermaid' creciendo enloquecido hacia arriba y durmiendo sobre el tejado de esta pérgola podría quedar precioso. O no? :P

A veces ubicamos los rosales pensando que tienen la luz adecuada y llenamos los hoyos de plantación con las mezclas de sustratos que necesitan pero no tenemos en cuenta algunas circunstancias que impedirán su desarrollo.
Es la experiencia la que te hace ver hasta qué punto algunas ubicaciones son imposible. Es el caso de la zona central de mi jardín. Allí crecen dos grandes olmos cuyas raíces resultan una competencia imposible de vencer para casi cualquier arbusto y en concreto, los siete rosales que crecían hasta ahora junto a ellos, después de tres años no han prosperado lo más mínimo.
Está claro que ya no era cuestión de darles más tiempo. Fijaos en estos dos rosales. Ambos se tratan de Rosa 'Wild Edric' plantados el mismo año, con el mismo sustrato, con la misma orientación....el desarrollo no tiene comparación!!

Esta foto anteerior es el rosal que he trasplantado ahora y la siguiente fotografía corresponde a otro R. 'Wild Edric' no esta primavera si no la anterior....no hay color, verdad? :)

Sin duda son las raíces de los olmos los que impedían su desarrollo. Así que no voy a esperar a que sigan sufriendo otra temporada más. Los he sacado de su ubicación y les he asignados nuevos lugares en mi jardín.
Mis sospechas se han confirmado cuando he ido sacando los rosales. Los hoyos de plantación estaban llenos de raíces de los olmos y el desarrollo del sistema radicular de estos rosales era mínimo, apenas el suficiente para que los pobres no murieran pero ni de lejos el preciso para que se desarrollaran con normalidad.
De todo se aprende!! Ya no se me ocurrirá más ni el intento de hacer crecer rosales plantados directamente al lado de raíces que compiten con ventaja frente a las de los rosales.

El segundo problema con el que suelo enfrentarme en mi jardín a la hora del cultivo de rosales está dado por el tipo de suelo que tengo y por mi propio clima. Como sabéis mi suelo es arenoso, en él se filtra demasiado rápido agua y nutrientes y de ahí que tenga la necesidad de hacer aportes constantes de materia orgánica. 
Las temperaturas del verano de Madrid no son fáciles de superar con éxito para los rosales. Conviene ayudarles un poco!! Una forma de combatir la sequedad del sustrato es usando mezclas que retengan al menos un poco, la humedad.
Quisiera compartir con vosotros la elaboración de una mezcla de sustratos que creo que irá muy bien para mantener mejor la hidratación tanto de los nuevos rosales que han venido como de los rosales que he tenido que trasplantar desde el centro del jardín.

Hace ya casi un año recogí ocho o diez sacos grandes de hojas que metí inicialmente en una compostadora que tengo para este fin en el jardín. Luego vi que el compost se haría mejor metiendo las hojas en bolsas negras de jardín y regándolas bien antes de cerrarlas.
Así estaba este compost en mayo de este año. Como veis, estaban bastante compostadas pero todavía se podía apreciar claramente que eran hojas.
Una vez pasado un año, podéis ver en qué se han convertido aquellas hojas: una mezcla negra, ligera, mullida, suelta...un magnífico sustrato ácido que aligerará cualquier mezcla en la que participe. No aportará demasiados nutrientes pero que retendrá el agua de los hoyos de plantación evitando en parte la deshidratación del rosal.

Aunque a la hora del color final de las rosas hay otros factores como las temperaturas y el sol que reciben, también el pH del suelo dónde se cultivan interviene. Debo deciros que como ya he comentado en algún artículo, tengo comprobado que en suelos de cierta acidez, los tonos de los rosales que florecen en la gama de magentas, púrpuras, violetas...tienden más a tonos más azulados en suelos ácidos que cuando se cultivan el medios más alcalinos.
Me gustan en general más los malvas y violetas que los más rojizos, de manera que además de ser mi jardín de suelo con cierta acidez, tiendo a acidificar un poco más los hoyos de plantación agregando a las mezclas elementos que favorezcan en este sentido.
Así, esta vez he mezclado turba rubia, vermiculita, compost de hojas ya bien maduro y sustrato de estupenda calidad.
El compost de hojas no aporta muchos nutrientes como os digo pero da esponjosidad a la mezcla, convierte el sustrato en un medio poroso, bien aireado donde las raíces crecerán con menos dificultad.

El conjunto forma una mezcla bien mullida, esponjosa, ligera... la vermiculita, la turba y las hojas ayudarán en los dos sentidos en los que estoy interesada, de una parte aportarán algo de acidez y de la otra favorecerá la conservación de la humedad.
La experiencia es un grado en jardinería, como en todo!! Recuerdo la primera vez que hice mezclas de varios elementos y que como no tenía práctica trataba de hacer toda la mezcla necesaria de una vez. No me resultó este sistema nada bien!!
Así que esta vez tenía claro que no iba a mezclar toda la turba y hojas de una vez. Plantar veinte rosales precisa de bastante matrial. Como es muy difícil calcular qué cantidad se precisará para los rosales que tenía pendientes de plantación o de trasplante, lo que hice fue hacer una primera mezcla anotando las cantidades de cada elemento.


Hice una primera remesa de sustrato con tres carretillas de sustrato, una cuarta parte de la bala de turba que tenía (80 litros) y un saco y medio de compost de hojas más un poco de vermiculita. Comprobé que quedara a mi gusto y vi para cuántos rosales me daba. Aproximadamente unos cinco.
Preferí ir haciendo un montón echando un poco de cada sustrato e ir repitiendo estas capas hasta terminar con ellos. Así el montón estaba un poco mezclado antes de removerlo bien con la pala.

A partir de aquí y sabiendo de antemano las cantidades que de cada sustrato necesitaba para los siguientes rosales, fui cortando con una sierra la bala de turba, disgregándola previamente para facilitar luego la mezcla con los otros elementos y haciendo igual con cada bolsa y media de hojas compostadas. De poco en poco me resultó mucho más cómodo, además de que todas las mezclan han quedado con la misma proporción de todos los componentes.
Bueno, pues eso es todo por hoy, mis queridos lectores :)
Que tengáis todos un feliz fin de semana y ...abrigaos!! Que ya hace un frío que pela!! ;)

Tutorial: Pomazón, cojinete, guantelino, cojín o almohadilla de dorador. Cómo hacerlo paso a paso

Son muchos los nombres por los que se conoce (guantelino, cojinete, cojín de dorador...) aunque pomazón y almohadilla de dorador son los más...